sábado, 9 de julio de 2016

TREINTA MONEDAS

Dicen que la traición es uno de los actos más despreciable que existe, aunque nunca se hable de los atenuantes o de los agravantes por los que se llegan a esa situación.
La falta de lealtad o de fidelidad no siempre es iniciativa propia, muchas veces es una consecuencia sobrevenida por situaciones en las que algunos de los condicionantes que sustentaron esa fidelidad se rompen.
Es cierto que antes de una traición lo normal es que existan avisos sobre la llegada a un punto sin retorno de fragilidad de la lealtad. Tampoco es menos cierto que hay situaciones que ya se veían venir antes de que sucedieses.
Existen sujetos que por más oportunidades que se les dé siempre estarán jugando a un doble juego, lo mismo que existen sujetos que por más señales que les den te llevan a retirarles tu lealtad.
Seguramente, con esta lectura,  a todos se nos está viniendo a la cabeza determinadas situaciones de deslealtades; personal, laboral, política, etc., pero dar forma adaptativa a este texto para que el mensaje que pretendo enviar sea claro y directo, pero que a su vez se aleje de lo  autobiográfico, me genera cierta diversión, no en vano ahora mismo me sale una sonrisilla socarrona y me acuerdo de esa noche de las orejas tiesas….pero bueno… seguimos.
Voy a poner un ejemplo sobre lo mitológico de los conceptos; traición, lealtad y fidelidad.
Imaginaos que existe un producto en el mercado, por ejemplo de alimentación, que cumple con vuestras expectativas en todos los sentidos….es evidente que mantendréis la fidelidad a este incluso cuando determinados aspectos de este cambien a peor. Esto está muy bien ¿pero cuál es el límite?.
El límite puede estar en el precio: Si su precio se convierte en prohibitivo está claro que por muy leal que seas a ese producto no tienes más remedio que dejar de comprarlo….leal pero no a cualquier precio.
El límite puede estar en la competencia: Puede existir otro producto que mantenga todas las virtudes de tu marca preferida pero que sea más barato. Estamos ante una devaluación que hace plantearte que por algún motivo te engañan a ti…no es que sea un precio prohibitivo, pero si es un precio abusivo…puedes pagarlo pero no entiendes porque esa diferencia, no cambias de  contenido, solo de recipiente….Leal la idea, pero no a la marca.
El límite puede estar en la perdida de cualidades: Esto es sobre el papel mantener un grado de sumisión a un producto, tan absurdo como injustificable. Si pides coca cola y te dan fanta de limón ¿te la tomarías?...Leal a la marca y al contenido, no a los sucedáneos.
También se dan caso en los que se mezclan los tres condicionantes o alguno de los tres en sus diferentes variables, lo que deja de manifiesto que no existe receta infalible…ni toda la traición es traición, ni toda lealtad es lealtad….al menos en lo que humanos se refiere.
Si tenemos en cuenta otros símiles de lealtad extrema y absurda, racionalmente hablando, lo podemos ver en esos perros a los que sus cuidadores maltratan apalean y vejan, y a poco que estos les hagan una caricia, muestran una alegría tan desmedida que olvidan todo el sufrimiento inferido por esos cuidadores. También se dan casos en humanos y en situaciones extremas, véase el Síndrome de Estocolmo, que aun que no se trate de específicamente de lealtad si nos puede hacer entender como a veces justificamos nuestro comportamiento, de lealtad o deslealtad, utilizando mecanismos psicológicos coercitivos.
En definitiva…muchos de vosotros, traidores y leales, encontrareis en este texto justificaciones a vuestros actos, que serán o no ajustadas a la realidad dependiendo, aunque a veces no hace falta llegar a los extremos, ni traicionar, ni que te traicionen….siempre podrás dejar de consumir ese producto o cambiarlo por productos similares, recuerda que las adicciones tampoco son recomendables…¿o si?...

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