miércoles, 28 de febrero de 2018

SALTO BASE



Muerte a la empatía…de ti a otros y de otros a ti…ni se da, ni se espera…

Normalmente los problemas de uno siempre serán los más importantes del mundo mundial, muy pocas personas conozco con la capacidad de resiliencia suficiente con para dejar a un lado los suyos por un momento cuando escucha de alguien importante esa llamada de auxilio silenciosa.

No sé si se vive mejor cuando uno empieza a ser menos dependiente emocionalmente hablando, pero si se que se vive más libre…se ven más cosas que antes no se veía…nada que ganar, ni nada que perder…libertad de decidir.

Ayer hablaba de indolencia y es cierto…cada vez duele menos…sabes que las bocanadas de aire fresco a determinadas alturas de tu vida, son simplemente eso, bocanadas, transitorias, nada que ver con esa brisa fresca y suave que parece al principio….tiene caducidad y aunque sigan las rachas alternas, normalmente te acostumbras tanto a ese frescor que cesa cuando más lo necesitas…de ahí la indolencia…te pones la Rebequita y “palante”.

Mi actividad profesional tiene mucho que ver con esa indolencia, es más, diría que en ocasiones mis desafíos casi suicidas necesitaban de respuesta y es muy complicado encontrarlas porque me olvido que los “rivales” son demasiado egoístas como para entrar en el enfrentamiento directo…tienen mucho que perder.

La indolencia te lleva inexorablemente a un permanente estado de soledad, algo que puede ser negativo si es forzada, pero que es muy gratificante cuando te acostumbras…¿egoísmo?...seguramente, pero al fin y al cabo es la mejor medicina contra el egoísmo del resto…sobre todo si no te quieres convertir en lo mismo que te ha llevado a hacer uso de ese eufemismo del término.

Mi posición actual, a nivel profesional, me impide manifestar según qué cuestiones, sencillamente porque sería dar ventaja al enemigo, pero no cabe duda de que mi indolencia me ayuda…me imprime la libertad suficiente como para tener para todos y todo, sin ningún tipo de complejos…sin nada que se me pueda achacar, e incluso pasándome por el arco del triunfo las mentiras que malintencionadamente algunos vierten sobre mí para sacar ventaja…rachas de viento frontal…tengo claro que yo soy el que maneja las velas y no tengo prisas…me puedo permitir muchos rodeos antes de llegar a puerto, es más, me puedo permitir tirarme al mar…la ventaja que tiene saber navegar y nadar…pero sobre todo la indolencia…esa que te permite dejar a la deriva un barco cargado de personas y personajes que te pidieron enrrolarse contigo y que ahora, amotinados, te quieren pasar a cuchillo sin darse cuenta que están en alta mar. y ni saben nadar, ni saben navegar.

Símil pirata…cobardía de quienes dicen estar a tu lado mientras hay viento de cola, pero que no se la juegan apostando por ti cuando la tripulación se amotina…aun sin saber nadar, se ponen del lado de los amotinados…empatía cero…

Aquí estoy en el filo de la tabla esperando a ese "valiente" que, espada en mano, me empuje al agua…como he dicho; sé nadar…¿y los amotinados?...ni idea, sigo nadando…la indolencia…no obstante, les deseo que un fuerte viento de cola les pueda llevar a buen puerto o alguna isla…ayer dije que sacaba la basura del rencor constantemente…eso si, en un recóndito lugar de mi mente siempre queda algún residuo de ese rencor, aunque solo sea pensando que muchos de los supervivientes se hayan arrepentido de amotinarse en mi contra…y más aun esos que decían estar de mi lado pero prefirieron callar…sus problemas eran más importantes.

No puedo hablar claro, continuo con determinadas claves cripticas que a buen seguro serán recriminadas por los habituales, pero creo que en este caso, por mi condición de sindicalista, muchos de vosotros intuiréis por dónde van los tiros, unos más que otros...¿que pensariais si yo os digo; VOTA NO?..…aunque está claro que no todo es profesional…pero eso lo dejo para mi reflexión más personal, al fin y al cabo, la indolencia me otorga ese espacio donde el salitre del viento cura las cicatrices de las más cruentas batallas…aunque esa cura no la pasa la seguridad social.

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